jueves, 5 de abril de 2018

Relato de jueves:

                                                   Tiempo de Cuaresma






 Arde el carbóncillo que prende el incienso en el cuenco de barro…
Ya mi bisabuela lo encendía cada Jueves Santo mientras el bisabuelo Pedro acudía a la iglesia a cumplir con la Hora Santa. (La hora Santa es un tiempo de recogimiento frente al altar, a modo de velatorio, de acompañamiento y oración que cada miembro de la hermandad por riguroso turno de horario y relevo, cumple)
Cuando yo era niña, en la casa, las habitaciones casi en penumbra, con ese luto y ese silencio impuesto que los chiquillos no entendíamos.
La comida justa y en la cuaresma, sin carne, para guardar la bula.
Los niños, los viejos y los que pagaban a la iglesia, estaban exentos.
Yo recuerdo que mi padre decía: “Yo estoy perdonao, los mineros si podemos comer carne” Y ese escaso majar de los días de fiesta, lo repartía con mi hermana y conmigo.
En la alacena no faltaban los dulces de miel, recompensa a la pena, digo yo, que cada cristiano llevaba.
Por entonces, en la radio sólo sonaba música sacra, menos mal que en el campo, no callaba el arroyo, ni el zumbido de los abejorros ni el coqueteo de las abejas con la jara celebrando la primavera, menos mal que los jilgueros no enmudecían, ni los abejarucos cubrían su plumaje, ni las cunetas cuajadas de margaritas y jaramagos, se ocultaban.
No sonaban las campanas en señal de duelo y al anochecer, una hilera de faroles acompañaban a Cristo Cautivo por las calles mudas del pueblo…
Hoy arde el carboncillo que prende el incienso en el cuenco de barro, primavera 2018…
Pero han cambiado tantas cosas…