jueves, 23 de febrero de 2017

Relato de jueves: Historia de una escalera



Ya son casi las cinco. A esta hora, el  sol pasa justo por el primer escalón y se queda durante unos minutos calentando mi cuerpo quieto.
Cierro los ojos y duermo todos los sueños juntos mientras la sombra al otro extremo de la escalera juega a ser centinela.
La vecina del segundo me trae galletas de jengibre para la merienda, don Tomás, del primero C, pone su gramola a todo volumen y la Traviata baja para bailar conmigo ignorando la crueldad de mis piernas inertes.
Observo el trajín de los chiquillos jugando al escondite. saltando de dos en tres los escalones.
Hasta aquí llega la algarabía de los pájaros enjaulados en la azotea,
El perro del quinto me lame las tristezas cada tarde desde aquel día en que jugué a ser Dios y paré mi reloj culpando al precipicio.
Cuando anochece,  desde mi silla de ruedas cuento los escalones que me separan de mi misma.


jueves, 9 de febrero de 2017

El protagonista invisible, llega este jueves.






Lo he encontrado a mitad de camino, envuelto en alegría, como se envuelve el mejor de los regalos.
Visible desde todas las aristas pues su humanidad es tan grande que rebosa, grande también su envoltorio y su capacidad para derretirnos con la palabra.
 Salvó como nadie la zancadillas que la vida le puso y cuando sonrie  se enciende el mundo.
No estaría completo sin la dulzura de su compañera, hilo de oro que le borda la piel de los sentimientos.
A la par, se han colado en mi página en blanco y les invito a ocupar mi querencia.
Cadencia de sur tienen nuestras charlas, calor y acento nos son comunes como los versos,
como la música, como las canas de nuestras sienes y como los sueños.
Si, nos hemos conocido cuando el reloj de la vida estaba en su mitad,
pero hay algo que me dice que el tiempo desde el corazón se mide de otra manera,
que  podemos  reinventarnos aún desde la distancia, para que sigamos compartiendo la magia
y esas letras que el abecedario no entiende.
El  es visible desde mis renglones,  esa herramienta con la que cincelo a los AMIGOS.
Si a éstas alturas del relato no sabeis a quien me refiero, es que lo he hecho fatal!!
(Mañana pondré su foto)



Grande, Pepe!!

jueves, 2 de febrero de 2017

Llueve en este jueves de relatos




Se había agujereado el cielo. Amenazante, la lluvia, con un ruido ensordecedor, bajaba por las regueras de la calle. Mi ventana daba a la plaza desierta.
Los remolinos del agua traían  hojas secas y barcos de papel muertos.
En el reloj de la torre se refugiaron los gorriones y las horas se volvieron grises igual que su plumaje.
La casa de enfrente tiene entornada la puerta, el llamador es un lagarto de hierro que parece que se retuerce a cada golpe.
Dentro  está Miguel, ese niño raro que jamás sonríe y que tiene por mascota una gallina boba que le sigue a todas partes.
Asoma la cabeza para mojarse el flequillo y las mangas de su chaquetón de pana.
No tiene madre que le ria la gracia ni que le prohíba pisar los charcos.
La tormenta resuena en mi estómago, huelen a tierra mojada los muros de mi casa.
El para rayos, alerta en el tejado  extiende sus dedos al cielo para detener la luz.
Las gotas se van enredando en las ramas desnudas de las acacias, laberinto de agua que me invita a salir desafiando la custodia.
Mi paraguas no me cubre de los recuerdos...
Ya no soy un niño y el invierno me anega la nostalgia.
No queda nada...más que la lluvia.