lunes, 28 de diciembre de 2015

Las reglas del juego




Llovía como si se hubiese rasgado el cielo, el campo de juego delimitado por una hilera de piedras, dejaba al horizonte la tarea de contar los pasos reglamentarios.
Mahel no abandonó su puesto a pesar de que el partido había terminado.
La pelota, un amasijo de trapos  que le había hecho su abuela, se había enganchado en las alambradas y esperaba que la lluvia la rodara hasta sus manos huérfanas de victoria.
Volver a casa con la sensación de haberse tragado la luna…
Mamá, hoy tampoco hemos ganado.

(Los niños del campamento de refugiados aprenden las reglas del juego)

4 comentarios:

Ester dijo...

No es necesario ganar, pero hay que aprender a perder sin dolor , sin herir la autoestima, me cuesta explicar que lo importante es divertirse. Pero si vuelvo a leer tu texto la tristeza me invade. Un abrazo

Recomenzar dijo...

cuanta paz hay en tu maravilloso texto

Anónimo dijo...

Cuando ya no somos capaces de ser ecuánimes, buscamos apoyo en las pequeñas cosas de la vida, sin embargo, el corazón no da tregua y las pequeñas tristezas duelen tanto como las grandes.
Has hecho un retrato sabio y sencillo.

Un abrazo.

Pedro de Andrés dijo...

Las alambradas, siempre las alambradas...