jueves, 28 de marzo de 2013

Con...jugando palabras para un jueves









Al principio,  entre los labios las dos palabras que me abrieron al mundo, mi mundo recién estrenado y pequeño,  llave de  la puerta del amor. Mamá, Papá.
Más tarde, miel en los ojos, alforjas llenas, rebosan  los vocablos y esas dos primigenias echan raíces  cuando se nombra  al  Hijo.
Fonemas  que se enlazan para no entendernos con el Hermano de diferente raza o credo
Todas las demás  agrupadas en Alegrías, son veredas para llegar a la libertad.
Las  palabras enmudecen ante el  Dolor  y es la soledadinquilina  de oídos sordos en la carcasa de la vejez.
Con la Muerte te preguntas si mereció la pena hilvanar  tantas letras   para Nada. 

domingo, 24 de marzo de 2013

Caligrafía de la duda





A veces los soles se apagan,
ruedan  lágrima abajo hasta el silencio.
A ciegas  como el amor desbocado
me recorren  y me visten de humo.
A veces entre tu orilla y mi mar
no hay más que un renglón a medio escribir,
un laberinto de palabras hueras,
indeleble  caligrafía de la duda.
A veces  mordería  la luz  en otras bocas
sólo para  olvidarte un instante.
Cuando llegue la noche con su mordaza
Seré yo quien  grite tu nombre.

 

  

jueves, 21 de marzo de 2013

Dia mundial de la Poesía... esta es mi aportación


Hechizo de la naturaleza





Llueven pájaros fuera,
al filo de la primavera.
Se van posando en las fuentes
y en los pretiles del tiempo,
Sacuden su plumaje llenando de color
el arco iris de los charcos.
Cantan desacompasados,
huérfanos de jaula,
hambrientos de aire.
Llueven pájaros  desde  tus ojos cerrados,
hechizo de la naturaleza,  
desvarío.




jueves, 14 de marzo de 2013

Y este jueves... Las manos



(Si hay algún grafólogo caritativo, le agradecería breve estudio)




miércoles, 6 de marzo de 2013

Relato de jueves: Vientos





Tengo guardado en los bolsillos de la memoria, el sonido del martillo en  el yunque y el chirriar del latón moldeándose a golpes. Rítmica conversación  tallada en la fragua.
La sombra de la espadaña  separaba los vientos donde se  probaban las veletas que salían del pulso artesano del abuelo. 
Al atardecer cuando  el aire  danzaba en  los tejados,  giraban y giraban las banderolas  en loco desconcierto, vuelo sin alas de los catavientos que arrancaban una lastimosa música.
Las flechas llevaban grabados el nombre de los vendavales de norte a sur, de este a oeste  señalaban la calma o  herían al sol en su discurrir  por los corrales…
Vigía oxidada, así malvive la veleta en  mi torre.
Ya no galopa al levante, ya no susurra a la brisa,  un  huracán tronchado en mis manos  la empuja y se queja, ya no gira ni al suspiro de la tarde,  un remolino la arrastra al silencio que arde en la fragua, para fundirla de nuevo en pos de la libertad.