jueves, 27 de octubre de 2011

Hallo-blog-ween 2011



- No hay silencio-


La última tormenta había removido la tierra y se abrieron grietas al filo de las tumbas. Las regueras turbias bajaban bordeando los cipreses y se estancaban en charcos que lamían los muros del cementerio.
A borbotones salían los gusanos buscando la luz dulzona de la candileja y a golpe de azada, los taponaba el sepulturero como si fueran heridas abiertas.
Supura el aire. Se inquietan los cuervos.
No hay silencio. Los rezos estrujan la noche.
El miedo pudre las flores. Huele a muerto.
La última tormenta me trajo todo el llanto de lo inevitable.

lunes, 24 de octubre de 2011

Voluntad última




Amalgama de aire viciado circunda mi cabeza,
como buitre en el baldío de la noche me despedaza el sueño.
Un pastizal en mi lengua diluye el grito
mientras se estrecha la vida en las aceras.
Tanta costumbre masticando el asfalto,
alienados a la rutina del humo,
tanta sed la que se escapa por las grietas de la memoria
y ese cielo malversado que me cobija.
Torpe pincel de progreso desdibujando la calle,
midiendo los pasos sin futuro,
falsificadores de la luz que ciegan la razón
y se nos muere el tiempo en los relojes.
Respiro la tierra adulterada y me enajena.
Ya no se si amanece desde el agua.
Sólo se que a veces me delata el miedo
y quiero como voluntad última
poder respirar la plata de los álamos.


(Este poema mío ha sido leído por la periodista y escritora Edith Checa, en su intervención como moderadora en la Convención sobre Cambio Climático y Medio Urbano celebrado en Sevilla del 19 al 21 de octubre)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Relato de jueves: "Voces"





Alguna vez leí, que las vías del tren, eran como una cicatriz en el paisaje, una herida en el terral, un surco en el tiempo…
La gente que escribe no sabe.
Son las voces. Voces martilleando mi cabeza, dioses de todos los credos gritando al unísono. Voces que me empujan al vértice de la sinrazón. Voces, voces, voces que me habitan, me viven, me mueren.
Hoy la lluvia deja en los hierros una pátina azabache que se alarga hasta perderse allí donde no llegan los consejos.
Ni cicatriz, ni herida, ni surco.
Tumba.
Por fin enmudecen las voces.

jueves, 6 de octubre de 2011

Relato de jueves: "Ídolo"




A mi me gustaba su flequillo, sus ojos redondos que encerraban un mundo y la gorra del revés para que pensaran que iba y no que venía.
Me gustaba el silbido dulce con que llamaba a los galgos, su cazadora de aviador, la sonrisa de sus dedos, los remiendos de su cometa, los hoyitos delatores de la mentira, su cuadernito lleno de tachones y el corazón con mis iniciales escondido en la última hoja…
Veinte años después comprobé que mi ídolo tenía los pies de barro.
Fue un día mientras me dirigía con mi hijo a sus clases en el conservatorio, cuando se nos acercó un hombre de aspecto descuidado, con la mirada perdida, tambaleante por efecto de las drogas. Me pidió dinero para tomar un café y le lleve a un bar cercano donde pudo comer lo que sus fuerzas le permitieron.
Aquello se convirtió en costumbre, me pedía cigarrillos y me seguía insistente hasta conseguir unas monedas. Yo sabía que no era el remedio.
Un día del invierno, empapado y acurrucado entre cartones, casi no acertaba a alargar su mano. Me miró de un modo diferente mientras me decía: ¿no me recuerdas? ¿no sabes quien soy?. Yo sentí miedo. Apreté fuerte la mano de mi hijo y aligeramos el paso hasta perdernos en el edificio de la música.
Como otras muchas veces, aquel pobre hombre huía de la policía que, alertada por los vecinos, venían a mudar sus desdichas al hospital o a la cárcel.
Atónita miré sus ojos redondos donde le había explotado el mundo y se habían borrados los hoyitos delatores de la mentira cuando me dijo: “Yo te he querido siempre” Y mientras se lo llevaban, su gorra del revés me engañaba.
Del cuaderno de su vida llena de tachones, hay que arrancar el corazón con mis iniciales escondido en la última hoja.