jueves, 31 de diciembre de 2009

Será...



Desnuda pena he visto en sus ojos,
Será que deshilachada la vejez,
no encuentra remiendos.
Y mi voz, gozne en la puerta del viento,
se queda, como la lluvia,
tallando el futuro en los cristales de la palabra.
Tanto silencio de campana quebrada,
trueno,
grito de un diciembre agonizante,
recorriendo mi sangre,
desandando mi tiempo.
Será la tristeza masticada con rabia,
La que aniquila mi hambre.
Duele. Me duele,
sesenta veces por minuto, si respiro.
Nadie, ninguno, nada,
Será eso…
que ni los pájaros han venido hoy.
Será que llueve desde todas las grietas del universo,
que hace frío,
que la soledad borra del calendario
las fechas y los sueños.
Será eso…
lo gris, lo hueco, lo vacío que percibo.
Todos me des-esperan con preguntas abiertas.
Y yo, desheredada de respuestas,
extraño la certeza de luz de los niños.
Me apago en lágrimas,
apenas se cierra, tras de mí, la puerta.

viernes, 25 de diciembre de 2009

lunes, 21 de diciembre de 2009

A mis amigos del blog...Feliz Navidad




Las manos



Descubrí, en ese gesto cotidiano de frotarse las manos, cuando heladas, no se dejan notar, que son el lugar más hermoso para guardar cosas:
• Están hechas de un material único para proporcionar el placer en la caricia.
• Son las alas del corazón en las despedidas.
• La puerta abierta para recibir la generosidad del otro.
• Artífices de magia para crear un mundo, para compartir, para dar...
• En ellas se guarda la alegría cuando se aplaude, el dolor y la esperanza en la plegaria.
• En las manos vive la amistad nueva y el aliento cómplice cuando al estrecharlas se hace silencio.
• Cuenco dónde rebosa la ternura.
• Inagotable bálsamo para la calma.
• El recipiente más dulce para depositar esos besos que vuelan enseguida…

Como este que te envío yo, con un soplo suave para que no se resienta la carga de amor y de buenos deseos que porta.
Buscaba un regalo para ti en esta Navidad… Me he mirado las manos.

Un abrazo
Rosa Maria Garcia Barja
(Rosa-desastre)

sábado, 19 de diciembre de 2009

Lo inservible




Hoy abrí la caja de los recuerdos,
precintada con besos-lacra.
Es tiempo de deshacerse de lo inservible,
de limpiar el hueco donde me deshabitabas.
He descubierto tras las telarañas del miedo
que vive, en mi corazón-crisálida,
la libertad.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Este jueves, un relato



Viajeros del invierno


Me reflejo en el cristal del vagón, lleno, como cada noche. Cada viajero rumia su día guardándose los gestos entre las hojas del periódico gratuito.
Silenciosas y ajenas estaciones pasan de largo, señalando destinos, amontonando pasos, coleccionando esperas.
El extraño del abrigo azul mira al horizonte distorsionado por las luces de Navidad, lo toca desde el vaho de los cristales, lo acerca, como se acerca un abrazo y luego baja en la séptima, como yo. Solo.
La escarcha dibuja cuchillos en las aceras, se cuela en los espejos del agua.
Son las ocho. Tirita el reloj en las pupilas del vendedor de castañas, su sonrisa es un ascua encendida. La calle se alarga, y suena desacompasada la lluvia en los charcos.
El extraño gira en mi misma esquina. Sin evitarlo, se cruza el temblor de nuestra respiración fatigada. Sin mirarnos entramos al portal número nueve. El frío nos arrincona en la soledad sin techo de nuestra casa.
El extraño del abrigo azul duerme a mi lado. Deja un beso de helada costumbre en mi almohada.
En la estación de la felicidad hay un cartel que dice: “No hay billetes”
¿A dónde vamos ahora?

jueves, 10 de diciembre de 2009

¡Este jueves un relato! "Un anzuelo"





Yo te guardaba mil veces en el cliché de mi cámara de fotos y posaba cansina, para que tú me inmortalizaras la sonrisa. No te gustaba en absoluto esa excentricidad mía de salir en los papeles, no te gustaban mis zapatos de tacón y te fastidiaba que mi sombrero me diera un aire de actriz de Hollywood. Mirabas de reojo mi short tan poco puritano y meneabas la cabeza de cuando en cuando presintiendo unas vacaciones de tortura.
En el fondo pensabas que no era buena idea compartir la aventura de aquel viaje.
Llevábamos el dinero contado, como dos pobres ricos camuflados en el itinerario del mapa.
Diez días bordeando la costa, sin prisa, echando a suertes el turno de cocinar, el lado mas cómodo de la cama, el ser el primero en ocupar los espejos, el último en enfadarse.
Todo esto sin quererse lo más mínimo
Tu coche recién estrenado, amarillo, desentonaba con casi todo.
Mientras tú conducías, yo, relataba paso a paso los accidentes geográficos. Todo eran baches, que habilidad.
Me mandaste callar más de una vez, y más de dos. Mi sentido del humor estaba reñido con tu paciencia.
Te molestaba la radio a todo volumen y a mi me resultaba insufrible el olor de tus pies. En justo fastidio nos soportábamos.
¡Qué poco romántico! Pero había que ser prácticos. Escribí diez mandamientos nuevos que ondearían en el mástil cada vez que acampáramos.
Si, ya, ya sé. Que igual me pasé.
Las risas de los vecinos del camping nos despertaban cada día mientras leían el dichoso decálogo.
Seiscientos kilómetros. La Manga del Mar Menor. A punto estaba de cumplir mi sueño.
Ver la luna que rebosa en las orillas del mar… Cursi –me dijiste-
La luna giró tres esquinas más allá de nuestra tienda de campaña. No vino.
Tú te vengaste.
Aquella madrugada, extrañamente, dormías a mi lado.
Atada al viento de nuestra casa, sujeta de un hilo, voló una luna de papel regalada…
Yo, me lo creí.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Sabados literarios de Mercedes - Cuento de Navidad



Dulce-amarga Navidad

Ese halo de magia que envuelve la casa es difícil de entender y difícil de explicar.
Nada ha cambiado. El mantel blanco, los polvorones, el aguardiente, las velas a medio consumir, las luces parpadeantes del árbol muerto, el serrín de los caminitos del belén, el humo de la chimenea de enfrente, el frío fuera de los cristales, el olor a miel y ajonjolí y el silencio obligado de la tristeza.
Como ayer, -ese ayer medido desde el calendario sin tiempo de la niñez-, me hechizan los lazos de colores, el sonido del reloj de pared, el color del fuego y el rumor del mar encerrado en mi caracola.
Si, la magia se descuelga por las paredes y en el tablero negro y negro de mi partida, es difícil saber quien gana.
Desenvuelvo mi regalo, ya, tan pronto, o ya tan tarde…
La Navidad se irá, inevitablemente a doce campanadas más allá de lo previsto.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Finalista en el Certamen de Microrelato de la Fundación de Derechos Civiles, en Madrid



Soledad incolora

Justo en el tiempo que tarda en cambiar de color el semáforo,
soy capaz de inventar para ti un mundo mejor.
En tres segundos, mientras te acercas a mi ventanilla
he contado las grietas de tus dedos.
Hace frío. Mucho.
Golpeas el cristal con tus nudillos ateridos
y golpeas mi corazón con tu sonrisa.
A ninguna de tus llamadas contesto,
pasando del verde a la huida.
Atrás te quedas sin tiempo de pintar tu historia
con un ámbar permanente.
Hay miedo al rojo de paso,
al negro de tu mano extendida,
a la transparencia de tu mirada.
Rápido bajo la cabeza o miro a la acera de enfrente
que hay luces que parpadean y que te desdibujan.
¡Que hambre de abrazos,
que soledad incolora,
que horizonte de asfalto se divisa
desde tu laberinto de pañuelos…!
Ingratas, la noche y yo pasamos de largo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Este jueves un relato ¿pájaros?


Un error de la naturaleza


Los guardianes lían un cigarrillo parsimoniosamente.
Me llega el olor del tabaco.
Cuando chascan la piedra, prenden la mecha y encienden, el humo me atonta y les oigo como al otro extremo de un sueño.
Si que es extraño, si, lo que ha ocurrido en la tarde, decían:
-Jamás se ha visto una desbandada semejante de cigüeñas de norte a sur cruzando el pueblo, con vuelo bajo, rayando los tejados.
Por unos minutos el cielo se oscureció y un grito aterrador se coló por las chimeneas.
Cientos de aves craqueaban en su desesperado destierro, en la huída batían atolondradas las alas levantando el polvo de las calles.
Una nube cubrió las moreras, los naranjos y el juego de los niños.
Aquello debía ser el paso de la migración, que por un error de la naturaleza, este año arrasaba las calles del aire.
Ni tan siquiera es otoño.-

Yo no puedo dormir recordando el suceso.
Miro por las rendijas y puedo comprobar que las ocho perdices siguen de reclamo para con sus mismos congéneres.
Al fondo del pasillo, el canario común, que lleva una vida poco común, estudia la kábala en las cáscaras de alpiste, exento del canto.
El pavo real al trasluz, invade los espejos con el azul escandaloso de sus plumas. (La belleza no tiene amigos)
Y esos de allí, los gorriones, sin temor al amo, recorren sin brújula cualquier viento.
Tanto pájaro asusta.
Bien ganado tienen el pan los guardianes.
A penas se descuiden, una estación de éstas, me escapo de mi jaula y pruebo a ser una mujer libre, para que hablen de mi… como de las cigüeñas.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Mi aportación al recital contra la violencia de género





Mi casa no tiene rejas.
Limita al norte con el silencio,
Al sur sangra con el eco de una palabra:
Miedo.
Por el este, grita el sol algunos días, preso.
Al oeste se pierde un reguero de vida amarga,
que nace de un golpe certero en mi sien.

(Mi niña interior
pinta frente al espejo
con lapicitos de colores
hasta borrar las cicatrices)

Río sin orillas que me arrastra desde tu mano,
a éste ocaso fracasado.
Apago mi sed en tu caricia y me envenenas.
Ensayo mi paso funámbulo por tu vida,
hasta que la muerte nos separe…
Mi casa tiene puertas abiertas de par en par
Al mercado de cobardes.
Ofertan amor a precio de mortaja.
Yo, ciega,
Te mendigo.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Un relato para el jueves



Odiando el otoño



Apareciste de repente en mi puerta sin cerrojos. Me observaste durante horas por las rendijas de sombra y luz de tu mirada, y te quedaste, como se queda el amor, sin pedir permiso.
Tú y tu rincón ocupando todos mis rincones.
Yo te dije... o no te dije nada, eso es lo malo. Pero me acostumbré a tu mundo callado, a tu respiración con compás de nana, a tu olor, a tu paso vacilante mientras recorrías la casa como si fueras mi sombra, y a tu indiferencia por los jazmines del patio.
Tú nunca te mirabas en los espejos y yo me miraba demasiado sin encontrarme.
Compartíamos los cuencos de barro, la manta de lana, la plata de la luna que filtraba la enredadera, la lumbre y la siesta.
Rara vez fui pródiga en caricias, lo confieso. A cambio, Tú ignorabas mis arrebatos de melancolía. No había porque enfadarse; la balanza de los sentimientos guardaba un absurdo equilibrio.
Llorábamos a solas, estoy segura. Nos dolía el miedo a perdernos. Era un intento trágico de independencia que nos hacía dependientes de la soledad compartida.
Y mi torpe empeño en que te gustaran mis poemas, mi tarta de manzana, o el otoño. ¡Qué insensible! Tú.
Ahora no se si en las tardes sin relojes era yo quien te buscaba para que pusieras barrotes a mi tiempo, o eras Tú, inquilino a deshora el que abría de par en par mis silencios.
Aun antes de oír mi risa, eras cómplice de mi alegría y mi regazo tu almohada en los momentos tristes...
Hoy el jardín está lleno de hojas amarillas, la fría enredadera invadió mi casa borrando de los muros tu paso por mi vida.
Estoy sin querer odiando, como Tú, el otoño.
Arrincono mi corazón con tus cenizas y cierro la puerta con cerrojos ahora que te has ido.
Habrá quien me pregunte si tanto te quería... ¡Si solo eras un perro!
Un perro... Mi perro llamado TÚ.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Sábados literarios de Mercedes



"EL LUGAR DESDE EL QUE ESCRIBO"

-Yo, soy mi lugar-


(He mirado en el diccionario el significado de la palabra “egocéntrico”
¡Y qué!
Yo, soy mi lugar y como a todos los lugares los calificativos los hacen diferentes.
No mejores ni peores, sólo diferentes)

Soy un torreón abrazado de hiedra, orientado al sur, lejos del mar, aunque tenga una cárcel de sal en la mirada. Sale el sol por el este de mis costillas y me recorre separando mi día de mi noche.
Al margen de la luz, vivo.
En espiral, aireando por todas las ventanas los sueños, como banderas apátridas.
Mi fortaleza se agrieta por el abrazo sin raíces de palabras huecas. Trago aromas de ciprés y dejo el café amargo para las visitas.
No siempre fue así…
A ratos, como la gente normal, era feliz, escribía en un cuaderno sin rayas lo torcido de mi tristeza, las cartas apócrifas para el futuro, la lista del economato,
Los nombres sin apellido de los Reyes Magos.
En tardes sin relojes, llegué a enamorarme de príncipes azules, de ranas sin posibilidad de cambio, del profesor suplente de mi colegio de pago. Llegué a robar el mes de abril de Sabina (aunque él nunca lo supo)
Por aquel entonces mi patio olía a dama de noche y a clavo. A tabaco de contrabando el cajón de mi mesilla de noche, a sol almidonado las sábanas de mi cama, a membrillo en dulce y almendras tostadas, mi cocina.
En mis bolsillos no cabían más lunas.
Pero mañana…
Mi casa, mi cuarto pintado de blanco, mis óleos, mis libros, mi perfume de los domingos, mi ventana sin norte, mi perro, el traje de la talla 40 que no me cabe… mañana te dejaré ver mi envoltorio.
Hoy sólo me queda un adjetivo para ocultarme.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Dia de difuntos






Halloween, Halloween, me decían los niños con el color mudado y en tropel a la puerta de mi casa. Me llenaron las manos de caramelos, el portal, de cera de sus velitas negras y mancharon de pintura roja el quicio.
Mira que bien, les dije. En mis tiempos no había fiesta de “Jalogüen” y mi fatal pronunciación del inglés desencadenó sus estruendosas risas. ¿Y este alboroto tan colorista para que sirve? -insistía yo ante la impaciencia infantil- Los chiquillos hablando todos a la vez me explicaron cosas, pero al final el que iba vestido de zombi, me dijo: ¿señora usted no ve la tele? Y ya me dejó planchada para toda la noche.
Mi incultura a extremos, ¡mira que no saber lo que era Halloween!
Sus manitas extendidas reclamaban unas monedas y si no, me darían un “zuzto” eso decía el pequeñajo que llevaba muy ufano una capa negra y dos colmillos de plástico. Como un gentleman, dije yo. Noooooooooo, como un “zrácula”, dijo él algo ofendido.
Sin demora, puse unos euros en la alcancía con forma de calabaza que portaba la niña del exorcista y los vi marcharse escaleras abajo con la algarabía negra de sus disfraces. Arrinconada en el sofá, me dispuse a ilustrarme con la caja tonta.
Para este menester, me atrincheré tras la mesa, mando en mano, con la bata y las zapatillas puestas, al más puro estilo de la gente erudita en la materia. Cervecita, frutos secos y una desmadejada gana ardiéndome en la barriga.
Lo que la soledad aparca en mi memoria en momentos como este, lo iré desalojando mañana cuando me haya saturado de cultura nueva.
Noche de Halloween, será lo mismo que aquellas noches de difuntos de la niñez remota cuando el frío de noviembre se guardaba en el bolsillo de la pelliza mientras hacíamos camino hasta el cementerio, con las cerillas, para encender los faroles de los nichos.
A las doce, el último turno, los vecinos de la calle no muy habladores, se arrebujaban en las bufandas dejando una estela de vaho al paso. Se les ponía aceite a las velillas para que ardiesen hasta la mañana siguiente.
Es fiesta, fiesta callada al borde de la cancela, fiesta de flores sin perfume, plastificadas de tristeza.
Los chiquillos, sin asustarnos, aprendíamos el rito pareciéndonos muy lejano el relevo.
Y desde temprano se agrupaban los monaguillos en cortejo, recorriendo las casas una a una repitiendo en cada zaguán: “La Santa Paz” y rociando el suelo con agua bendita a cambio de que se les llenara la cesta con una limosna, que la mayoría de las veces, era comestible; castañas, granadas, naranjas, pan, algún chorizo, algún dulce… arrastrando la espuerta al mediodía para subir a la torre con las viandas y repartirlas allí en almuerzo único mientras se turnaban para tocar a duelo con las campanas viejas.

… Mañana, poniéndole el nombre adecuado a los tiempos, y aún sin querer, voy a cumplir con lo aprendido. ¡Mal haya el conocimiento!
Hace un calor impropio y es de día. Ya sobran las cerillas como sobraron las luces de cera desde hace mucho. Las flores huelen, empeño absurdo en este recinto.
Ya duele asomarse dentro de la tapia, y duele la risa, y duele cada paso del recorrido leyendo epitafios.
Cuesta arriba se hace la visita, pero no hay mas remedio.
Voy dejando lo acordado…
Y a mi vuelta, que raro parece todo, me separan ya tantas cosas de mi orfandad de historia inútil.
No hay nada más triste que el sonido de la campana que llora y se escucha en todos los rincones. Cuando pasados los años, la oyes incansable, deseas que el viento arrase su sonido de golpe, que se quiebre el metal y se derrame el lamento calle abajo, hacia el río, hacia el agua, apagándose para siempre.
Siempre… ¿Cómo se mide ese siempre?

La cerveza se ha calentado en el vaso y me he atiborrado de almendritas para poder soportar la programación de la uno, de la dos, de la tres, de la cuatro…y así hasta recorrer todos los números del mando a distancia.
Total, las dos de la mañana y me rebosa la cultura por todos lados. Ya, ya me he enterado de lo que es la noche de Halloween, de lo que cuesta el kilo de pollo en el supersol, de lo alegre que es la gente que bebe coca-cola, de la visita de la ministra a las tropas, de lo que afecta la crisis a los que cobran seiscientos euros…
Se que mañana seré otra, se me va a notar enseguida el exceso de información que he acumulado esta noche… para no pensar.
Mientras me fumo el último cigarrillo en la terraza, veo un desfile de monstruos pasando por mi calle, algunos innovadores, sustituyeron la calavera por una litrona, la velita de la calabaza por un porrito, las brujillas llevan minifalda, y a las momias se les han caído las vendas dos plazas mas abajo.
Los niños de los caramelos, hace mucho rato que duermen con la cara llena de churretes de carmín. El pequeñillo del “zuzto” disfrazado de “zrácula” me ha dejado en la puerta el disfraz de la inocencia.
No me abrocha… pero ¡que regalo más hermoso!

viernes, 30 de octubre de 2009

La prisa





Dentro de este caos,
desorden ordenado,
Yo.

(Cuenta atrás
Cuerda rota
Reloj)

Amalgama de cosas
Mis, tus, sus…
Tanto.

(Cuenta atrás
Cuerda rota
Reloj)

El reparto, mañana.
Jauría en las manos,
Nada.

(Cuenta atrás
Cuerda rota
Reloj)

La prisa me cerca.
¡Ya, ya, ya!
Nunca.

jueves, 29 de octubre de 2009

Orden


Siéntate conmigo, amor
a desordenar mi arca,
que ya no caben más secretos.
Como pieza de puzzle,
mi dolor sin huecos,no encaja.
Siéntate conmigo, amor
y desordéname la vida
que ya me duele el perfil
de tanta sumisión.

viernes, 16 de octubre de 2009

Remiendos




A trocitos
voy metiendo el sol
en el bolsillo.
Un agujero, (llámalo tristeza)
lo derrama.
Hay un reguero de luz
de tu casa a la mía.
Tendré que aprender
a remendarme la vida
un día de éstos.

miércoles, 14 de octubre de 2009

La niña de Chauen


(Así es la niña de Chauen,
un esqueje de jazmín sembrado en la memoria)




Llamador de miel tiene la puerta
donde aprende a ser mujer.
Celosía de arrayán y luna
la guardan.
Tanto silencio no le cabe en el pañuelo.
La libertad de su sonrisa
que no entiende de fronteras,
se me ofrece generosa como rezo.
Son los ojos de la niña,
Corán abierto a la mañana,
torre de sumisión,
ventana de la Medina,
donde vive,
laberinto añil donde ensaya el vuelo.
Sólo las rejas de los siglos,
le niegan las alas.

jueves, 8 de octubre de 2009

Primer encuentro Hispano-Marroquí de Poesía




Un grupo de sesenta poetas representando a diferentes paises y culturas, nos dimos cita en Tetuan para presentar una antologia como resultado de éste primer encuentro organizado magnificamente por Edith Checa y Ahmed Mdgara.
Nos recibió en su casa Don Javier Jimenez Ugarte, Cónsul de España en Marruecos, asistiendo a la recepción Don Luis Moratinos, director del Instituto Cervantes.
El acto principal del Encuentro tuvo lugar el sábado en Dar Sanaá (Casa de los Artesanos), con la presentación de la antología La mujer en la poesía hispanomarroquí, encontrándose presente el alcalde de Tetuán, Mohamed Ida Omar, el señor Jimenez Ugarte y el señor Moratinos.
Dimos un recital en el Museo Arqueológico de Tetuán, y lecturas poéticas en los jardines de la Alcazaba de Chaouen (todo un sueño)
Cada minuto, cada rincón, cada una de las personas con las que he compartido la poesía y la magia, han sido un regalo para el corazón y los sentidos.
Gracias a todos.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Grisú





Los relojes de la casa dieron las cinco.
Madrugada.
Alerta.
Ni un resquicio de luz acompañó el sonido de la sirena.
El aire se paró en los tejados
haciendo sombra en la cal de los corrales.
Luto en las voces.
Desconcierto.
La madre arrebujada en la toca,
corrió como látigo entre la gente.
Sembrado el sonido en los tímpanos,
brotó el miedo.
Estallaba en los rincones la campana,
los hombres se bebían el llanto.
Maldecían.
Cinco kilómetros alargaban la plata de los olivos
desde la casa a la mina,
el asfalto tiñó de negro la carrera.
Ya casi sin aliento, apretó los dientes y el alma,
voló mas allá de la madrugada,
adelantó a la luz, cerró los ojos.
Llegó a la boca del infierno,
al incierto crujir del abrazo,
al filo hiriente de la espera,
Llegó resquebrajada cual vasija de barro…
Vacía.
El olor a quemado,
la sangre espesa,
el candil apagado.
Araña en el hueco de la esperanza.
Hiere el día.
¡Ay, si le viera salir…!
Tizne en la razón, ceguera.
Hierros retorcidos ponen esperpénticas rejas al pozo número siete.
Muerte.

-Segadas de un tajo las amapolas, los gusanos buscan cobijo en la pena-

lunes, 28 de septiembre de 2009

"MUJERES VIAJERAS" (esta es la portada del libro) Edic. CASIOPEA


Algunos ya sabeis, quedé finalista en el Certamen Nacional de Relatos "Mujeres Viajeras" De los mas de 500 relatos participantes, se han seleccionado treinta y cuatro para formar parte de este libro que será presentado en Sevilla el jueves dia 1 de octubre a las 7,30 en La Casa de las Sirenas.
Mi relato se titula "La Botella Vacía" y lo quiero compartir con vosotros.




La botella vacía


Es viernes de carnaval. Sobre la mesa brilla un antifaz veneciano con un rictus extraño que reflejado en el espejo del tocador multiplica su enigmático gesto.
Sé que es especial, como si llevara años esperando mi llegada, asomado al escaparate de aquella tienda.
Para los turistas, la tragicomedia de papel maché se ofrece desde todos los tenderetes ambulantes que rodean la Piazza. La mía esperó sin prisa el encuentro escondida en un callejón de agua.
Nada sucede por casualidad.
Es curioso, las voces no me resultan extrañas ni yo soy una extraña en el paisaje.
Risas, lentejuelas, plumas y cascabeles. Y el llanto... el llanto oculto en otro carnaval.
Al atardecer ya intuía la luz dulce que se cuela por los puentes en Venecia, y la constante caricia que deja el mar en los canales. El agua se viste de gris y encajes arañando incesante los muros.
Mil gaviotas mueven el aire... será por eso que hace frío.
Las campanas de la basílica de San Marco cuentan hasta diez, hasta once, hasta doce... Desde mi ventana abrazo el sonido como si quisiera adueñarme del tiempo, no se si para detenerlo o para empujarlo al laberinto de mis horas muertas.
El carnaval pasa ajeno a mi soledad.
Los deseos hacen ruido.
Esa es la magia.
He abierto la ventana, quiero gritar que me esperen, que toda yo soy una máscara y toda mi vida un esperpéntico disfraz.
De qué me quejo... una habitación privilegiada, en un hotel de lujo, en la Plaza de San Marco en Venecia, en carnaval...
Vinimos aquí a vivir un sueño, ¿no? Y tú duermes ajeno a mis inquietudes.
Tú duermes como duermen desde hace mucho las ilusiones.
Duermes dejando pasar tu vida y la mía por esta calle sin salida.
Duermes...
Yo no he hecho otra cosa que esperar. Sin quejarme.
Esperar y construir una torre de babel para no entendernos.
Duermes desafiando al destino, tan seguro de que mi cobardía rechaza las alas...
Me estoy viendo en el espejo, aun sin mirarme. Desabrocho mi bata de satén –insultantemente virgen- y cae a mis pies.
El antifaz es todo lo que necesito para cruzar la puerta y no volver.
Duerme tranquilo.

Violines en Venecia... Toda la ciudad es una dorada caja de música. Comienza el baile. Este salón de espejos revive las mil caras de la mentira.
Soy una marioneta mutilada…

Estoy tan borracha que hasta la risa me hace daño. Creo que alargando la mano podría coger la luna que esta noche también, como yo, vino a ahogarse en los canales.
Mi mirada tiembla en el agua detrás de la máscara.
Bebimos al unísono la madrugada y yo. Para olvidar.
La madrugada sigue fría y serena.
Yo no.

Ya está la botella vacía, y ahora ¿qué?
- Quizás me regale al primer gondolero que pase-

viernes, 18 de septiembre de 2009

Este jueves un relato "Mi refugio"




Para entrar me descalzo de todos los caminos,
me desnudo de las penas que me adornan,
desmaquillo la mirada,
respiro hasta el extremo de mis sueños,
retoco la mueca de soledad,
callo…
Para entrar me abandono,
desmenuzo la noche,
me bebo el miedo,
deshojo las dudas,
mudo la piel cuando cruzo el umbral de sus brazos…
Mi refugio, mi amor prohibido.
Y sola, cada día, me reconoce el espejo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Un relato para el jueves "El Maestro"





Mis mañanas al despertar tenían un tinte de cereza en los cristales y un aroma de hierbabuena que subía del patio.
Los pájaros encerrados ensayaban desde el alba y los gorriones libres, pintaban de gris el aire.
Sentado en su silla de enea observaba el concierto de trinos y premiaba a unos con alpiste y a los otros con hojas de lechuga sin hacer distinciones de estirpe.
El sonido de la sierra marcaba los tiempos como si de un minutero se tratase. Un reloj de serrín señalaba los años de cada tronco de olivo.
Era su carpintería la mejor escuela para los sentidos, desde allí me llegaba algunas veces la melodía triste de su armónica, o la retahíla metálica de la vieja radio, tapadera incondicional del silencio de quien, como él, hablaba poco y observaba mucho.
El martillo aún suena en la carcasa de madera que envuelve mi corazón, aunque hace muchos años que ya no me despierta la risa de mi padre.
Mi hijo heredó su porte y su crisol pausado para ver la vida, lleva el arpegio en la sangre y entona con la misma maestría cuando está solo y cree que nadie lo oye.
A mi hija le correspondió la alegría, el tesón, la creatividad y la habilidad para cualquier oficio.
El recuerdo de mi padre vive tras los cristales tintados de cereza desde dónde nos enseño a VER y no sólo a MIRAR.
Ahora sólo nos queda conservar el aroma de la hierbabuena.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Amargos




Duele
estar juntos,
atravesados por la rutina,
a punto de desangrarnos
para alimentar al fracaso.
Duele
aunque no sepamos ya
del sabor del otro,
aunque la herida de la costumbre
no cicatrice.
Duele.
En cada uno de los intentos,
la herrumbre nos agujerea la vida.
El roce nos envenena
y agonizamos gota a gota
por no arrancarnos de lo establecido.
Duele
el saberse arrojado de la piel,
a las afueras de ti mismo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Un relato de jueves


SOLILOQUIO


Jugar al desconcierto... eso ponía en mi tarjeta. Que absurdo, pensé mientras miraba de reojo a los demás participantes queriendo adivinar en sus caras el fastidio de lo que les había tocado en suerte.
Todos tenían esa mirada vacía de los que nada tienen, todos se dejaban arrastrar por el sin sentido... y yo allí cerrando el circulo de los idiotas sin mas poder de decisión que el silencio y la quietud. Copiando sin querer lo absurdo del instante, sonreí para afuera.
Me aceptaron.
No se en que calendario se miran aquí los días, ni se si son cuatro realmente las paredes que me encierran. No sabría decir sin equivocarme que es un mirlo negro el que me muerde el corazón cada noche, que vive en el alero de mi pasado y revolotea desorientado con sed de respuestas.
Me asusta. Me hace daño.
Tampoco sé a donde llega la escalera, a veces me da la impresión de que me sube por la espalda como una caricia y que pies ensangrentados suben y bajan por ella sin descanso tiñéndome de rojo.
A mi no me gusta el rojo ni los peldaños sin destino.
Ni que decir tiene que yo no estoy loca... aun puedo medir el tiempo con las agujas de la ausencia. Si tu no estás... se detiene.
Y la esfera caliente y amarilla recorre mi cuerpo de este a oeste creyéndose un sol... Cordura redonda que me seca las lagrimas a destiempo.
Hoy es verano, pero mañana y ayer fueron turnándose entre hojas y vientos por buscar un nombre a la estación extraña que me vio nacer. Morir es lo mismo... eso me dice la sombra.
Hoy me pusieron una bata sin bolsillos... donde voy a guardarme ahora la luna? Creen que lo que me escondía era el prozac....
Mil vueltas al patio, y un solo árbol para cobijar los sueños. Somos muchos para jugar al desconcierto y no cabemos en el azar.
¿Quién gana aquí?
Los otros no tienen nombre.
Yo si.
Yo soy Rosa Desastre (licenciada en cacerolas)
Y hoy es tres de septiembre del 2009.

sábado, 29 de agosto de 2009

Sábados literarios de Mercedes "Algo sobre mi blog"





A ver mamá, -me repetía cada vez más alterado y con los ojos más abiertos-, ¡Anótate todas las instrucciones que te doy, porque eres un latazo!
Ese fue el comienzo de mi andadura torpe, buscando un espacio donde desparramar mi sentido común.
Aquí, la madre novata, aquí, la que cambia el manual de la perfecta ama de casa por el laberinto de ventanas dentro de otra ventana.
Ver, descubrir, aprender, compartir, todo en un rinconcito parcelado de cuatro a cinco (hora para el reposo de la guerrera)
Y heme aquí, guerreando con las teclas, cada vez mas convencida de ganar batallas a la soledad. A mi primera ventana abierta, la llamé “soliloquio”, ese fue mi primer blog… que no leía nadie, nada mas que por casualidad, pero que era mi refugio, mi hombro donde recostar las tristezas (porque soy tristona cuando escribo) Es mi cara oculta… porque en la vida “real” soy un cascabel.
Hablé sola durante un par de años hasta que decidí demostrar que “La cara oculta de la luna es rosa”
He de reconocer que sigo siendo torpe con la técnica, que me tengo ganado a pulso el nombrecito que me colocó mi hijo en aquellos primeros tiempos y que adopte con tanto cariño que hoy, ya no se si soy Rosa Maria Garcia Barja o
Rosa-desastre.
Sigo siendo un latazo de madre que escribe en colores y a destiempo, pero soy la mejor madre que tiene… así que…

miércoles, 26 de agosto de 2009

Soy de una rara especie




Yo no he leído el Quijote, pero en mi memoria se alinean las lanzas a la hora en que el reposo las despoja de todo peligro y desde mi sillón observo el brillo afilado de sus historias.
Mi particular molino de viento, eso que algunos llaman imaginación, se asienta en la llanura de ésta página en blanco y gira a cualquier soplo.
La molienda de letras, los sueños tamizados, el renglón que declina sin límites, la harina gris de un trigo pintado con tinta, son el único fin de tanta espiral de aire, de tanta bravata de caballeros, de tanta sed de ínsulas.
Desde aquí, rincón cobarde, veo pasar los veranos con sus soles amarillos, camino de puntillas por la sombra de los cipreses y entono junto a los grillos la jerga alegre que les tocó en el reparto.
Sólo soy un intruso de la vida de otros, los convoco para que defiendan sus talentos, libo de sus cicatrices, engordo con sus éxitos y alguna vez, generosamente, les dejo invadir mi tristeza.
Un borrón a cada instante, el reloj desgastado me apura el latido y se me estrecha el miedo de repente.
Escribo.
Agónica palabra que me delata.
Un temblor de acero me acecha desde la contienda de inútiles versos.
Andante de efímera locura soy a ratos… Poeta, sería mucho decir.

domingo, 23 de agosto de 2009

Agonía



Aquí, se nos mueren los veranos
Sin darnos cuenta.
Extraños,
aventando al sol,
ciegos de hastío.
Aquí,
amamantados por la costumbre
hasta el vómito.
El solano desaloja la espiga de mi regazo.
El hambre de amor
Aquí,
es la piedra que nos delimita.
Aún así, me quedaré
Hasta que lleguen los pájaros
a disputarse
el polvoriento envés de tus hojas.

sábado, 15 de agosto de 2009

"La guarida del lobo" Sábados literarios de Mercedes


Hoy no será un fracaso, como las otras veces, se decía, mientras preparaba la escena.
Sacó del armario esas cortinas rojas empolvadas de antiguo y cubrió las ventanas.
Por las hojas de enredadera se filtraba la luna dibujando un caleidoscopio vivo.
Las velas a medio gastar servirían por esta noche.
No importaban los nombres en aquel aquelarre, todo estaba dispuesto con la medida justa para no ser vulgar.
Llevaba días ensayando el aullido, la arrebatadora sonrisa, el roce cómplice bajo la mesa, el placer contando hasta veinte.
Llamar a su casa “La guarida del lobo” era una excentricidad imperdonable, pero impactante sin duda.
Mientras llegaban los invitados se preguntaba, que pensaría su madre de todo aquello. La mitad de su sueldo se lo había gastado en su vicio favorito.
Puso anuncios por palabras en casi todos los periódicos: “Ven a La guarida del lobo nos comeremos a medias”
Con la otra mitad del sueldo, se compró unas nuevas armas de mujer… por si fallaba una vez más, la partida de parchís.

martes, 11 de agosto de 2009

"Migración" Primer premio de relato en Romanillos de Medinaceli, Soria. agosto 2009



(publicado en mi blog en el mes de febrero, lo paso de nuevo para que no tengais que buscar)




Me parece a mí, que los nidos de las golondrinas son de harina tostada, así, las tardes de verano, mientras los niños duermen la siesta, me siento en la acera, donde ya la sombra dibujaba dos mitades en los muros (una azulada y la otra de oro), a mirar los nidos que se alinean en el alero del tejado. Los pájaros van y vienen con una prisa que forma garabatos, a negros trazos como en un pentagrama, se quedan sus giros y la música de sus alas en el aire caliente y dulzón de agosto.
Volcán de canela el nido de la esquina, porque el viento lo tiñe con el polvo de la era, rubor de trigo al barro, pone la golondrina en su casa.
Acicala sus plumas al borde del agua en la acequia, cuando nadie la ve, ni siquiera yo, porque aunque desde aquí se oye el ruido del agua, el regajo está calle abajo, al filo del campo.
Viven en la orilla los juncos, la retama, campánulas moradas, blancas, rojas, de redondas semillas con las que haré en otoño, collares, pulseras y ajorcas…. Para entonces, ya se habrán ido las golondrinas, se quedará la ausencia colgada del barro sin el sabor a harina tostada y a canela de mi calle empedrada.
Pero eso será mas tarde, cuando se vayan borrando las siestas, cuando la verde sombra de las moreras se desnude y el sol se acueste temprano.
Ahora no, ahora los ladrillos de la acera arden a las cinco de la tarde.
El canto de las golondrinas rebota bajo el arco del zaguán, gritan como un ejército asustado
Vuelan casi pegadas al suelo y de repente, como si se desdoblaran, llegan alto, a cielo abierto, en segundos.
Con tesón construyen una fortaleza de adobe, milimetrado traje para gustar a la primavera, enamorar al verano, y preñar de azul plumaje los alambres de la cerca del huerto.
Miran al sur del sur, trazando itinerarios de otoños.
Su prisa contrasta con el lento discurrir de mis horas, tanto silencio, soledad tanta…
Mientras el tiempo se para entre las cuatro y las seis, yo descifro el vuelo de las golondrinas, dejando la puerta abierta a la migración de los sueños.
Con las manos extendidas sin aprisionar la libertad de la una y de los otros….

Ya se que los niños vendrán pronto, que sonará el látigo de la comba y asustará a las golondrinas, que tendré que apagar mis cavilaciones y hacer lo que se supone que debo… baldear la puerta y sentarme en la mecedora, cadente, buscando la complicidad del abanico para engañar al aire que quema, aún después de atravesar las morunas callejuelas desde el rio hasta mi casa.
Casi de noche se aleja el griterío a las cocinas, a los patios recién regados, a las azoteas para dormir al raso, a las alcobas donde el amor vive… o muere.

El búcaro guarda, como yo, tras la apariencia serena, el fracaso de lo esperado.

"El Columpio" Premio de relato en la asociación MARZAGA, Mazagón, Huelva, 2/8/2009




Llegaron los feriantes... Los feriantes y las sandías siempre llegaban juntos para poner color y sabor al mes de julio.
El calor derretía el azul de los travesaños del columpio y los niños nos arremolinábamos en el triangulo de sombra de la acera reconociendo los cachivaches que año tras año se descargaban del camión.
El canario, el perro, la gallina, el cántaro de barro y tres chiquillos con churretes, eran poca novedad para llenar nuestra impaciencia.
Uno a uno se iban ensamblando los palos, los tornillos sin rosca aguantaban los ejes gastados de unos torpes barcos que se descolgaban para caer en un mar de tierra donde morían en el más ridículo naufragio.
Dos banderitas sin patria adornaban el mástil esperando una marea favorable.
En la caseta de madera, un capitán de mentirijillas vendía a dos reales un pasaje de ida y vuelta.
Vestidos de nuevo y oliendo a colonia, nos poníamos en fila aligerando la hora adormilada del reloj.
De dos en dos nos empolvábamos las sandalias y nos atrincherábamos a codazos para no perder el turno de tan efímero viaje.
Sonaba la campana por fin... En desbandadas, como gaviotas torpes de salados sueños, los niños contábamos las mecidas del columpio sin batir de olas.....
Aquellos barquitos retocados de pintura para esconder las arrugas, siguen anclados en el puerto de mi memoria cuarenta años después.
Me duele el chirriar de la madera y me duele el engaño mientras espero desde esta orilla vacía de ilusiones a que lleguen de nuevo los feriantes a pintar mares dulces en la sonrisa de otros niños.
... Yo ya tengo en el corazón una grieta de agua estancada.
No.
No empujes más mi columpio.

viernes, 31 de julio de 2009

Sábados literarios de Mercedes ¿Quien se comió al gato?



“Yo, veía la sonrisa tintineante del diente de oro de la abuela Margarita, una anciana de pelo amarillento y huesudas manos, que me tenía de invitada algunos inviernos.
En el regazo de delantal negro, aún estaba la huella de la gata “Sombra” y la rabia en la voz cuando se preguntaba quien la mató, cocinó y escondió sus huesos en la alacena.
Sentados cerca de la chimenea, los niños escuchábamos la historia cada vez más acurrucados por el miedo y nos repetía: “mi gata porta un diamante que se multiplicará por dos para aquel que de señas de su paradero”.
Ninguno se atrevía a moverse de aquella cárcel que dibujaban las palabras en las paredes”

La casa no parece la misma veinte años después. Estoy a dos metros de la puerta con mi equipaje. Toda mi vida en una maleta. Y me esperan para celebrar mi boda.
Me casé por poderes hace dos meses con aquel niño taciturno que nos observaba a través de las rendijas de la puerta mientras los demás desgranábamos historias frente a la chimenea.
Era el único valiente que miraba de frente a la abuela Margarita sin inmutarse.
Pasaba sus ratos haciendo cosas más interesantes que escuchar cuentos de miedo.
Aquel último invierno me regaló tres lagartijas, me enseñó las sanguijuelas de la fuente vieja, su colección de piedras-corazón y su mejor amigo, un gorrión pardo que reinaba en una jaula de colores.

¿Qué aspecto tendrá ahora aquel niño callado?
Cuántos detalles vienen a mi mente en estos pocos minutos de espera, de aquellas últimas vacaciones en el campo, del misterio sin resolver de la gata “Sombra” y de la triste jaula vacía del pájaro pardo. Como si fuera hoy, cierro los ojos y veo el brillo amenazador del diente de oro detrás de la sonrisa de la abuela Margarita como una venganza sin tiempo.
Antes de que se abra la puerta, miro el anillo de compromiso en mi dedo anular. No sé si el pedrusco que lo adorna es una baratija o es lo que parece, un brillante que me eriza la piel.
Ahora soy la señora de….
Mi amor tiene los ojos verdes, (no lo recordaba) cuando aúllan los perros se acurruca a mi lado y parece que ronronea, y cuando me acaricia, deja surcos en mi piel con su afilado secreto.
La sombra de “Sombra” vive con nosotros. Formamos un perfecto Menage a trois.

viernes, 17 de julio de 2009

Sábados literarios de Mercedes "Mi aspecto, mi costumbre..."



Es mi costumbre en la última hora de la tarde, cuando los campesinos abandonan la era y antes de que el campo se difumine, salir y tumbarme junto a los mirtos, mientras los vencejos trazan círculos sobre mi cabeza.
Vuelan alto afilando sus alas de guadaña.
Arriba en las torres derruidas, organizan el cortejo o la disputa gritando sin concierto.
A pocos metros, el agua revoltosa de la noria cuenta o canta cosas mientras se pierde por costumbre en los surcos.
A medio camino entre la noche y yo, están las preguntas. Pero nadie, nunca, nadie contesta.
¿Cómo llegué hasta aquí?
Los de arriba, los negros vencejos y los de abajo, habitantes del agua, se han acostumbrado a mi presencia, a mis ratos de alboroto y a mis otros ratos, inmóvil como corresponde al curso natural de mi sangre.
Se que soy hermosa… que un día, por descuido, entró la luna por una grieta en el aljibe y se reflejó mi imagen sobre el plomizo espejo del agua. Sonreí sin atreverme a respirar para no espantar la visión.
Acaricié mi rostro con la palma de la mano, bordeé mis ojos, mis labios y el nacimiento de mi pelo con una leve caricia, mis brazos perfectos, mi pecho, el helado pedestal de mi vientre…
Si pudiera estirar los brazos un poco más, acariciaría las orillas de la acequia que huelen a mastranto, observaría el charco de las ranas, y contaría las estrellas que caben en la boca de barro del cántaro…
Pero debo seguir oculta para no transgredir la norma.
La noche, como una costumbre me empuja de nuevo al agua.
Mi mitad, la mitad que late… no se conforma.
¿Qué de malo tiene ser una sirena?

martes, 14 de julio de 2009

Algo sobre mi madre (Sábados literarios de Mercedes)





Sentada en la puerta de su casa, deshoja sin prisa el verano mientras se abren surcos de sol en la tierra de los geranios. Es julio, este julio que respira calima y jazmines a partes iguales, proporción con reminiscencias árabes que tan bien se amasan en la memoria de sus noventa y dos años.
Aún firmes, sus pasos comienzan al alba, -ella duerme poco- será que quiere exprimir la vida despierta, sazonar de canela los días, dejarse las penas en la molienda, y lucir sus arrugas de pan nuevo para calmar nuestra hambre.
Se prepara el café en la mañana, el gazpacho al medio día y los dulces en la merienda. (A veces pienso que el delantal atado a su cintura anciana, está hecho de retales de luna, de tan blanco)
Borda flores en los manteles de sus nietas, canturrea mientras barre la calle antes de colocar su silla de enea, como una invitación al descanso, a la tertulia, al consejo, a las confidencias….
Presumida todavía, (herencia que me dona a mí, en vida) se pinta los labios, coloca unos jazmines en el pelo, los zapatos nuevos, los zarcillos de fiesta y el abanico… la casa y la sonrisa de par en par, las manos llenas…
Tiene un baúl lleno de defectos, -dice- alguna manía, alguna queja, alguna lágrima y el vacío amargo que dejó mi padre cuando se fue…
Tiene, por eso, guardadas, algunas recomendaciones para la muerte.
Sólo le preocupan dos enemigos condicionales: La soledad y el invierno.
A poco que pueda… seré yo quien pueble su soledad de ahora en adelante. Pero los inviernos… me faltarán bolsillos dónde guardar las lluvias, me faltarán veletas en los dedos para parar los vientos, me faltaran rescoldos para calentarle el alma…
No se yo… Si podré pagarle de algún modo que me diera la vida.

domingo, 12 de julio de 2009



¿Por qué no me preguntas nunca
Cuando de repente me torno oscura,
A que hora se enciende
El candil de mi alegría?
¿Por qué te quedas siempre
al filo de mi abismo,
sin que te alerte el lastre que arrojan mis días?
Cada vez estoy más hueca…
¿Por qué no te preguntas si me pesa la vida?
¿Por qué no me preguntas nunca
qué me sobra mientras me desnudas el cuerpo,
que me falta, que me estorba,
que tengo…?
¿Por qué te quedas siempre
Al filo de tu silencio
Sin que te alerte la guadaña que me sangra?
Cada vez estás más ciego…
¿Por qué no te preguntas dónde ardo cuando tú me apagas?
¿Porque no me preguntas nunca
Cuando de repente estallan mis alas,
si es la miel de tus barrotes
la que envenena mi vuelo?

miércoles, 8 de julio de 2009

Recital solidario




Ven y participa, ven y ayuda... Muchos granos de arena hacen una montaña.

jueves, 2 de julio de 2009

Sabados literarios de Mercedes



Las horas


Si no fuera por el calendario de la cocina, yo juraría que mis días se desbordan del veinticuatro haciendo de las horas un rosario interminable.
A la hora de la letanía, ya casi no tengo fuerzas, y aún así, rezo una sonrisa.
Esta es mi hora, el ecuador que separa el cansancio de mi cuaderno de notas.
La espera adolescente de un encuentro a escondidas descontando horas al sueño.
Atravieso el humo de mi cigarrillo con la imaginación de par en par y me pierdo en el último rincón, a salvo de cualquier llamada.
A veces vomito una hilera de sueños, otras veces mi lápiz se queda sin trazos y mi corazón sin trozos.
Como en el tiempo en el que mi miedo asomaba a la puerta del dormitorio y me gritaba hasta espantar mis pájaros…

Con la vida vacía, mis jaulas de papel guardaron el abecedario esperando un diluvio.

Las historias de mi historia tuvieron que dormir por muchos años. A mitad de mi otoño, raramente, se fueron extendiendo mis raíces, crecieron mis ramas, se poblaron de hojas con savia de tinta azul.
Ahora mis horas son una enredadera que trepa por mi imaginación, mis horas son cuentos, relatos, nanas, poemas de amor sin destinatario…

Me sigue hechizando la noche, los silencios, la luna derramada en el alfeizar, la música del viento, los lapicitos de madera…
Aún conservo esa costumbre de escribir tu nombre en el vaho de los cristales o de jugar a los barcos con las servilletas de papel en el agua de los charcos…

De ahora en adelante, las saetas de todos los relojes señalarán siempre las horas en que me encuentro conmigo misma… Y ya nadie, nadie va a callarme.

lunes, 29 de junio de 2009

Pesadilla





Soy el espejo
En la pared de tu miedo.
Mi imagen te socava la soledad,
y cobarde,
te sacas los ojos.

domingo, 28 de junio de 2009



Detrás del humo llegas
con la sombra prestada,
las maletas deshechas
plegadas las alas…
Sabes que,
Mirarse o morirse a ratos
no es suficiente.
Deshazte del asombro,
desnúdate,
ven,
arde,
No te conformes.

sábado, 27 de junio de 2009

Sabados literarios de Mercedes "Diario intimo de una nevera"




Helaíta, así me tienen los visitantes de mis adentros.
Vacía a ratos, vacío que duele porque la luz rebota en mis costillas lanzando al estrellato a la única lata de mejillones en escabeche que me habita.
Yo no tengo nombre. Soy la costumbre, el trasto que ocupa media cocina, gorda por convicción y fría por defecto.
Blanca. A mi me gusta ser blanca y parcelada por dentro, dejando el corazón a un lado. A mi no se me permite ese gasto superfluo de acondicionar un habitáculo guarda-emociones.
Nadie entiende de eso… aquí sólo se guardan cosas que caducan.
Me mueven del uno al diez o del diez al uno sin previo aviso. He de adaptarme a los subidones cuando me atiborran, según el día, de verduras para el régimen, de chorizos para la barbacoa o de cervecitas para la final del partido.
Y es que a mi no me gusta la soledad del yogur de plátano, ni la mudez de las acelgas, ni la indiferencia de las ciruelas, los silencios del queso fresco, la callada comunista del Ketchup, los soliloquios del jamón cocido, la friolera Mirinda o la sorda manera de aplaudir de las chuletas.
Alegría, aunque tenga gastadas las bisagras, aunque en verano me explote “la patronal” yo quiero la alegría del agua helada en las gargantas y ser, en dos sacudidas, cubito de hielo y nadar en el tinto con gaseosa.
Alegría, que soy del sur por adopción aunque me fabricaron en Alemania.
Se que no soy el último modelo, que apenas abren mi puerta la compañía eléctrica aplaude sus dividendos, pero también se que me han tomado cariño y me condecoran con imanes para sujetar notitas que luego nadie lee.
Me quieren porque soy simple ( Y no como la lavadora, el horno, la vitrocerámica, la plancha, y hasta para colocar el rollo de papel de water que hay que estudiar latín, y si no que se lo pregunten a algunos)
Yo soy la nevera de la casa de los Núñez… y este es mi curriculum.

sábado, 20 de junio de 2009

Sábados literarios de Mercedes


Testamento

Saqué la caja de cartón dónde se guardan los estorbos, esa caja que se esconde para evitar saqueos emocionales y esperé a que todo en la casa durmiera para organizar la vida caduca de mis pertenencias.
Para no alertar, prendí una vela que diera la luz justa, cálida e intima a los fantasmas esparcidos sobre la mesa.
En el reloj de pared se desmenuzan las horas.
Cuando amanezca, la luz y el éxodo no deben cruzarse.
La cera habrá ardido justo al tiempo de que mi testamento este racionado.
Yo cierro los ojos y al tacto reconozco los objetos, los años pasan de golpe descontando colores, olores, sabores… toda yo dividida entre los cachivaches, dispuesta a regalarme sin previo aviso.
Hago montones con los sentimientos para adjudicarlos de uno en uno a los candidatos que a lo largo de mi vida fueron dejando sus solicitudes en el buzón de mis querencias.
Yo siempre fui rarita, les consta, y en un poema que escribí a los veinte años, ya les alertaba con estos versos dónde la métrica y la lógica no entendían de renglones:

"Si me pongo a hacer recuento
De mis tristezas y mis versos
Que, de forma equitativa
Heredaran, seguro, mis amigas
El día en que lloren fingiendo
Los enemigos en mi entierro,
Tendré toda una fortuna
De fracasos y de lunas
Que hilvanados como rezos
Serán generosamente regalos devueltos...
Más... sigamos con la hazaña
A ver a quien dejo mi amor y mi jaula.
¡Triste! Ninguno será sincero...
Ofreceré la amargura y todos dirán
-Si quiero-
y luego con la última rosa,
volveré a ser la dueña de todas las cosas.
Y me aplastaran con su peso
La amargura, la tristeza y mis versos…"

Pues así, no van a extrañarse de mis otras cosas importantes que les lego.
De mis tesoros fatuos, de mis desganas de dar y de darme… tan temprano.
Si la muerte me coge desprevenida en la risa ¿quién entendería mi alegría?
Si el amor me roza los labios con ese nombre prohibido ¿Quién se sabría mi dueño?
Si estalla la piel de mi memoria, si se desdibujan mi credo, mi norte y tú, ¿Quién escribirá caricias en mi espalda a modo de epitafio?
Vamos…
Sin equipaje, vámonos Imaginación, con la parca a otra parte.

sábado, 13 de junio de 2009

Los sabados de Mercedes (mi amor, mi primer amor)



Nunca es tarde


Me acabo de mirar al espejo.
No me molestan nada las arrugas ni son mis canas motivo de queja, nada impide a mis pensamientos volar lejos, ni los kilos de más me estorban, ni la libertad de menos me coarta…
No, hoy no me reconocerías, a pesar de que mi sonrisa sigue anclada en tu puerto. El recuerdo es sólo una bandera sin patria que se arría sólo en los momentos de soledad, es la insignia que te alerta de la melancolía.
Hoy salen a subasta los sueños y yo voy a gastar toda mi fortuna para colgar los tuyos en las paredes del futuro.
Nunca es tarde, me dije al despertar, y corrí a ponerme guapa por fuera.
Me acabo de mirar al espejo para gustarte de nuevo, amor primero, para atreverme, amor primero, para no merecer mas infierno que el de saberte lejos, para ocuparte, amor primero, todas las horas del resto de tu vida…
(La sombra del eucalipto se refleja en los cristales. Como un encaje le enmarca el rostro mientras mira por la ventana buscándole. La enfermera le pone jazmines en el pelo de nieve, y la conduce al final del corredor donde otros residentes se disputan el tiempo.
Ella ha roto el reloj de la espera y se esconde en el bolsillo la última carta de amor.
Esta tarde le pedirá en matrimonio.
Benito vive en el mundo hueco del alzheimer… ella ensaya a diario este ritual para no perderlo del todo.)

domingo, 7 de junio de 2009




Este murmullo esquivo
Que no te nombra,
Esta razón que me crece
Silencio arriba,
Este otoño sin raíces de tu voz…

domingo, 24 de mayo de 2009



Arrabal del agua,
rescoldo de sol,
molienda de espigas.
Susurro,
panal de viento,
calima.

Letanía de ti,

Pleamar…

Así, mi cintura,
cuando regreso de contigo.

viernes, 22 de mayo de 2009


Una vez ardida la cera,
ya, sin sentido,
la luz grita.
Todos los ojos se han cerrado.

Encendido el sueño,

la vida se apaga.

jueves, 7 de mayo de 2009



Mi amor
Es un tiempo eterno entre dos urgencias,
el surco donde el arado ensaya la herida.
la espora y la espera sin germinar,
el pozo ciego donde ahogas tus horas.
Tu amor
es sólo un garabato en la pared de mi costumbre.
la cábala incompleta,
la alcuza rota,
la duda.

lunes, 27 de abril de 2009



A veces te esparces,
dolor,
Y me anegas…
Ni siquiera los gorriones
Se atreven a beber
En la tristeza irregular de mis charcos.

jueves, 23 de abril de 2009



"Un libro es el único amigo que soporta el abandono sin hacerte preguntas"

viernes, 10 de abril de 2009

Ritual




Deja sobre el brocal la vara de hiniesta,
Sereno, arría el cubo de agua fresca.
Salobre, llega la noche.
Ritual monocorde pone música al silencio,
Cruje la enea mientras se descalza pausadamente,
Y va dejando la envoltura al filo del arriate,
a la par que la luna,
llena hasta el borde la jofaina.
Un puñado de luciérnagas
procesionan por los sarmientos
formando encajes de luz sobre el pozo.
Legas tu voz al aire húmedo
y desde tu campanil sin credo,
me llamas.
Yo acudo desde mi sur ardiente a invadir tu geografía,
Sellando con melaza y canela
la línea entreabierta de tu deseo.
Siente como estallo en veneno por los brotes de tu aliento,
Y voy muriendo para ti, al tiempo que me inundas.
Salobre, llega la noche, amor,
Mira…
Mira como se amolda mi barro a tus brazos de agua.

miércoles, 8 de abril de 2009

Cita





Roto el albor primero,
la luz atraviesa los umbrales.
Te aguardo fuera como la sombra del tilo,
mecida apenas por el aire de abril.
Deshilachado sale tu nombre
en la urdimbre de mis labios,
Cuando vienes a mi encuentro,
Cómplice,
Centinela de amor…
Amante.

lunes, 6 de abril de 2009

Nostalgia del pavo real




¡Que no!
¡Qué crisis, ni crisis de los cuarenta!
El michelín que dificulta mi respiración no es cuestión de estado de ánimo, si no de construcción heredada de mi madre.
¡Que le vamos a hacer, la puta genética!
Yo era un perfecto armazón de huesos poco revestidos, una rubia natural y graciosa con dos ojos que se intuían de color verde gatuno cuando el amor se colaba por las rendijas de los diecisiete años…
Las redondeces de mis pantorrillas y la magistral exhibición de mi sonrisa levantaba un inquietante revuelo.
Nostalgia del pavo real, eso es lo que tengo… de las mañanas de sol y su grito alargando el eco en las torres.
El atardecer rojo y púrpura es como un abanico que alienta en la noche el multicolor engaño del arco iris de su cola.
El alarido del pavo real quemó el rastrojo de mis años tiñendo de ceniza los cabellos. Secó el vergel de mi saliva y agrietó la voz del tiempo.
¿Se es vieja a los cincuenta y tres?
Toca callar y dar prioridad a la cordura, toca aliarse con los espejos, toca esconder años del calendario lunar que habita en mi vientre ya seco, toca renunciar a sentir, porque desentonan las arrugas con la felicidad.
La razón me alerta de que cada día hay menos hueco entre lo que quiero y lo que debo querer, eso me produce un tipo de asfixia libertaria no reconocida por la O.M.S.
¿Desde cuando los pavos reales lloran?
¿Depresivos en el paraíso?
¡Eso es muy difícil de detectar, coño!
Así que hoy he decidido tirar las plumas que adornan el jarrón a la entrada de mi mala suerte.
Que dan mal fario, me ha dicho una gitana.

-Pavoneando su belleza a pinceladas sepias, vive el retrato que da fe de la deferencia que tuvo conmigo La Madre Naturaleza a los diecisiete-

domingo, 5 de abril de 2009

amor


Guardo el pudor en los pliegues de la noche,
Sumisa,
a dos besos de ti,
tiemblo.